miércoles, 1 de marzo de 2017

2ª entrada para el MOOC de Educar en igualdad

Tengo 43 años. Las mujeres de la generación de mis padres consiguieron dar un paso más en la lucha por la igualdad, en la concepción social del feminismo.

Mi padre participó de una educación igualitaria, pero teóricamente. En la práctica él se limitaba a cocinar en algunas ocasiones y a "ayudar un poco" en algunas tareas. Mi madre, la mayoría del tiempo, no trabajó fuera de casa. Cuando mi padre volvía a casa del trabajo (era profesor y tenía un horario docente) él consideraba que su trabajo diario ya había terminado y, como mucho, ayudaba a mi madre con el suyo. El que no se ve. El que dura casi 24 horas al día, 365 días al año. La que nos daba los jarabes siempre era mi madre.
Aún así mi madre nos enseñó (porque la mayor parte de nuestra educación también corría de su cuenta) que no hay trabajos de mujeres y de hombres, y que las tareas del hogar, por supuesto, no tienen sexo. Que si queríamos ser hombres libres (somos tres hermanos) e independientes, no podíamos depender de ninguna mujer que nos sirviera, porque las mujeres no están para eso. 


Ahora, en mi casa, mi mujer y yo compartimos el trabajo, por que es obvio y lógico, no solo porque los dos trabajamos fuera de casa, sino porque es nuestra casa, de los dos, y de los dos depende que funcione. Es así de simple.

En nuestra casa, el jarabe, lo damos los dos.

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